Rochester Steamer 1901
A Todo
Vapor
vendedores ambulantes y cartoneros, vigilaban
Entre los vehículos
singulares en los que me tocó viajar figuran una Bugatti a pedal, el Aerocar, un Citroën DS en
tres ruedas tres, en 1957 con un DC 7C
en tiempo record de solo 34 horas a Europa (Montevideo, Sao Paulo, Río, Recife,
Dakar, Lisboa, Ginebra), en globo de aire caliente (aquí fue que me reemplazó Marlú),
el Girobús con volante inercial, un Hovercraft en la Ciudad Universitaria ,
con el Concorde en 95 minutos de Buenos Aires a Río, con Jeeps a oruga, tractores a gasógeno en la
guerra, en Windkarts a 80
km/h con el culo diez centímetros sobre la sal, en el
Chrysler Turbine y el primer Wankel rotativo que llegó al país en 1963, además
con los carritos eléctricos en Colonia
del Sacramento (la ciudad sin semáforos) y los taxis porteños a GNC.
Pero me
faltaba un medio de propulsión: el vapor
La primera en 1901: Casssoulet
con el Rochester vencedor en el Hipódromo de Belgrano
El Rochester reconstruido en
una demostración en AUTOCLÁSICA,
ganándole en el pique y en el
resto a un Benz Triciclo a petróleo
porque entrega el mayor torque
al arrancar (igual que un eléctrico)
El Rochester
el sábado previo a la
Recoleta – Tigre.
Fabricante:
The Rochester Cycle Manufacturing Company, Rochester, New York, USA
Esquema de un
Stanley, similar al Rochester
John llenando el reservorio
con agua; caben 45 litros ,
gasta dos litros por kilómetro.
Hampton
poniendo en marcha; el Rochester sobre su trailer
Instrumento japonés de altísima
precisión para medir el nivel de agua: marca 21 litros ;
sobre los 440
kilos que pesa el vehículo, los 45 litros de agua representan un 10% adicional
Lubricación
de la máquina con un aceite especial
El vaso
indicador del nivel de agua. Esta pieza, al igual que las demás que están en
contacto con el vapor, alcanza 300º C; por eso hay que usar guantes mientras se
trabaja y maneja. Según Hampton el sistema del Rochester funciona como un termo
tanque, mientras que otros actúan como un calefón, a serpentina. El Rochester
necesitó en el ensayo 55 minutos desde el encendido hasta moverse; otros vaporeros
más modernos arrancaban tras cinco minutos de calentamiento.
Todas las
máquinas, incluso la de combustión interna animal y humana, pierden rendimiento
en la altura (p. Ej. la Puna )
debido a la mengua de la presión atmosférica y la disminución de la proporción
de oxígeno. Todos, menos una: la de vapor, porque el agua hierve antes y porque
la contrapresión externa es menor: ¡aumenta su rendimiento! SEuO.
La caldera
comienza a levantar presión para llegar al final a 200 libras
Listo para
zarpar - el asiento para dos es estrecho; obsérvense
las manos de
los tripulantes, protegidos por guantes
Durante la Prova su Strada por San
Isidro. Las ruedas
tienen
medidas 28 x 3 pulgadas ,
neumáticos importados
Hampton y Cristófali: Dirección
Ackermann o A-Steering donde la rueda interna describe un círculo menor que la
externa (patentado por el alemán Rudolph Ackermann en 1817)
Para marcar el final de la prueba,
John Hampton toca el silbato de vapor. El agua abajo indica que ya purgó la
máquina. Impresión general: excelente aceleración, suspensión muy dura, andar
silencioso salvo el suave chuf chuf de los escapes
El test con el Rochester en
las tranquilas calles de San Isidro se desarrolló dentro de un hermetismo absoluto.
Agentes del Servicio Secreto perfectamente camuflados como
que ningún paparazzo como éste
se aproximara.