lunes, 2 de julio de 2012


Rochester Steamer 1901
A Todo Vapor


Entre los vehículos singulares en los que me tocó viajar figuran una  Bugatti a pedal, el Aerocar, un Citroën DS en tres ruedas tres, en 1957 con un DC 7C en tiempo record de solo 34 horas a Europa (Montevideo, Sao Paulo, Río, Recife, Dakar, Lisboa, Ginebra), en globo de aire caliente (aquí fue que me reemplazó Marlú), el Girobús con volante inercial, un Hovercraft en la Ciudad Universitaria, con el Concorde en 95 minutos de Buenos Aires a Río, con  Jeeps a oruga, tractores a gasógeno en la guerra, en Windkarts a 80 km/h con el culo diez centímetros sobre la sal, en el Chrysler Turbine y el primer Wankel rotativo que llegó al país en 1963, además con los carritos eléctricos  en Colonia del Sacramento (la ciudad sin semáforos) y los taxis porteños a GNC.
Pero me faltaba un medio de propulsión: el vapor
La primera en 1901: Casssoulet con el Rochester vencedor en el Hipódromo de Belgrano

El Rochester reconstruido en una demostración en AUTOCLÁSICA,
ganándole en el pique y en el resto a un Benz Triciclo a petróleo
porque entrega el mayor torque al arrancar (igual que un eléctrico)

El Rochester el sábado previo a la Recoleta – Tigre.
Fabricante: The Rochester Cycle Manufacturing Company, Rochester, New York, USA

Esquema de un Stanley, similar al Rochester

John llenando el reservorio con agua; caben 45 litros, gasta dos litros por kilómetro.

Hampton poniendo en marcha; el Rochester sobre su trailer

Instrumento japonés de altísima precisión para medir el nivel de agua: marca 21 litros;
sobre los 440 kilos que pesa el vehículo, los 45 litros de agua representan un 10% adicional

Lubricación de la máquina con un aceite especial

El vaso indicador del nivel de agua. Esta pieza, al igual que las demás que están en contacto con el vapor, alcanza 300º C; por eso hay que usar guantes mientras se trabaja y maneja. Según Hampton el sistema del Rochester funciona como un termo tanque, mientras que otros actúan como un calefón, a serpentina. El Rochester necesitó en el ensayo 55 minutos desde el encendido hasta moverse; otros vaporeros más modernos arrancaban tras cinco minutos de calentamiento.
Todas las máquinas, incluso la de combustión interna animal y humana, pierden rendimiento en la altura (p. Ej. la Puna) debido a la mengua de la presión atmosférica y la disminución de la proporción de oxígeno. Todos, menos una: la de vapor, porque el agua hierve antes y porque la contrapresión externa es menor: ¡aumenta su rendimiento! SEuO. 

La caldera comienza a levantar presión para llegar al final a 200 libras





Listo para zarpar - el asiento para dos es estrecho; obsérvense
las manos de los tripulantes, protegidos por guantes

Durante la Prova su Strada por San Isidro. Las ruedas
tienen medidas 28 x 3 pulgadas, neumáticos importados

Hampton y Cristófali: Dirección Ackermann o A-Steering donde la rueda interna describe un círculo menor que la externa (patentado por el alemán Rudolph Ackermann en 1817)

Para marcar el final de la prueba, John Hampton toca el silbato de vapor. El agua abajo indica que ya purgó la máquina. Impresión general: excelente aceleración, suspensión muy dura, andar silencioso salvo el suave chuf chuf de los escapes

El test con el Rochester en las tranquilas calles de San Isidro se desarrolló dentro de un hermetismo absoluto. Agentes del Servicio Secreto perfectamente camuflados como
  vendedores ambulantes y cartoneros,  vigilaban
que ningún paparazzo como éste se aproximara.










miércoles, 12 de octubre de 2011

Portal Federico y Marlú Kirbus

Marlú y Federico, amigos de todos, incluso de los piratas

   Federico a los dos años, con su Bugatti a pedal – una premonición

Escudo de la familia Kirbus, de 1274
“Fuerza a través de la sabiduría”

Federico con Juan M. Fangio, circa 1958, a quien acompañó
en su campaña por Europa con Mercedes-Benz en 1955

Federico con Stirling Moss, Autódromo, enero de 1958,
antes de que el inglés ganara con su Cooper motor en popa
 
Imágenes tomadas por Federico en Le Mans. 1955, después de la catástrofe,
donde se salvó del siniestro por apenas un par de minutos


Federico con su amigo Hans Jürgen Woehler en 1956, con un Borgward Isabella al
pie del Aconcagua, primer viaje de test al que seguirían muchos más hasta 2010


Marlú acariciando una bellísima planta: el airampu, de la Puna, durante uno de los viajes de aventuras explorando el interior ignoto y olvidado del país

 Federico en la Cuesta de Miranda, 1958, durante el Gran
Premio Standard que colaboró a crear y lanzar en 1957
Marlú, Pussi y Federico durante un viaje de exploración en los años ’70.
Nuestra perra viajera nos acompañó durante once años a los rincones
más recónditos del país

Federico y su pasión: los automóviles, grandes y pequeños

En lo más alto: el Abra de Acay en Salta, cinco kilómetros sobre el nivel del océano. En suchaleco luce la insignia de la Peña 5x5, círculo de amigos para explorar en 4x4 los sitios más apartados y menos conocidos de la Argentina

Un éxito editorial sin precedentes: La Mágica Ruta 40,
carretera que Federico exploró y convirtió en imán turístico


El libro que refleja el sentir de los Kirbus:
Argentina, el país más bello del planeta

Argentina tiene todos los climas, también este: nieve en las Sierras de Córdoba,
caída en La Cumbrecita un día del comienzo de primavera

Los médanos más grandes del mundo están en Catamarca.
El más alto lleva el nombre de Federico Kirbus
Cientos de viajes de aventura y exploración; en este caso llegando a la Mina El Oro
sita en las entrañas del macizo Famatina (La Rioja)



Una travesía a pura aventura, cruzando el Tontal (San Juan). Al fondo se
observan (de izq.) el Aconcagua y (enfrente) el macizo del Mercedario

Aventuras a bordo de las Guanaqueras de San Juan,
aquí en una trepada difícil y traicionera por una canaleta

Correteando por las entrañas de los Andes, aquí en Caipe, Ramal C 14, junto al
extenso Salar de Arizaro. Caipe era puerta de acceso a la mina La Casualidad

 También La Guitarra forestal, formada por cuatro mil árboles,
cerca de Rufino, Córdoba, fue explorada y popularizada por los Kirbus

Explorando el Sur. Aquí el majestuoso Fitz Roy reflejándose en el objetivo de la Topcon

El Valle de la Luna, descubierto para el turismo por Federico, don Victorino Herrera, Marlú, señora Legarreta y Leonardo Legarreta frente al conjunto de esculturas hoy ya no accesibles de El Perro, el Vasco con la Boina y el Moai (todo de izq. a der.) en el aun virginal Valle de la Luna, marzo de 1967

Algunas formaciones de Talampaya, también exploradas por los Kirbus, como esta figura que forma parte del Tablero de Ajedrez. Un vistazo a través del espejo retrovisor

El mundialmente famoso Tren a las Nubes existe gracias a la iniciativa
de Federico de promocionarlo a través de artículos en diarios y revistas

Entre las muchas travesías no pudo faltar esta, por el cauce seco pero traicionero del río Bermejo (La Rioja). La arena parecía inofensiva, pero apenas uno se descuidaba, ¡al pozo!

En 1978 Kirbus descubrió que la primera Buenos Aires fundada por Pedro de Mendoza, epopeya relatada por el cronista Utz Schmidl, realmente se asentó cerca de Belén de Escobar. El busto de Schmidl se encuentra en cambio en el Parque Lezama, donde inicialmente se pensó que estuvo la Buenos Aires primogénita. Pero en realidad fue asentada cerca del Riachuelo de los Navíos (que es el actual río Luján y NO el Riachuelo maloliente), el que desemboca en el Río de la Plata cerca de Escobar

En 1990 Federico señaló que el hallazgo de momias de niños incas
en lo alto del Llullaillaco es un gigantesco fraude. Los cuerpos fueron
encontrados en otra parte y llevados hasta la cima de este gran volcán.
En la foto del NGM, escena de la “excavación” preparada pour la gallerie


El Valle de Marte, cerca de Cusi Cusi. Federico fue el primero en ingresar en la hoyada

Prueba en el Autódromo del primer auto Wankel rotativo llegado al país (año 1963)

Entre muchos otros prototipos probamos también el Chrysler Corp. Turbine Car

Un motor Chevrolet 6 y una gran hélice impulsaban el Aerocar.
Dos puertas, cuatro asientos. Suspensión por bloques de caucho.
  Vuelo con el Concorde experimental 001 de Buenos Aires
a Río de Janeiro en 95 minutos, setiembre de 1971.
Quemaba una tonelada de kerosén cada tres minutos

Como copiloto de Alberto en un Mercedes cadenero,
durante una carrera evocativa Recoleta – Tigre de coches históricos
También pour la gallerie: Federico junto a un puma embalsamado durante una
de las últimas expediciones hechas, a las minas de ónix de La Toma (San Luis)
y los pueblos de los descendientes de los indios Ranqueles

Federico y Marlú frente a una de las casas de Rankul, pueblo de indios Ranqueles,
unidad destinada para el turismo y que nosotros estrenamos en 2009

Marlú en el Arroyo Partido cerca de San Martín de los Andes, echando agua que por un lado (der. en la foto) fluirá al lago Lacar y al Pacifico, y por el otro lado la que correrá para desembocar en el lejano Atlántico.

Marlú con Pussi, nuestra perra viajera que nos acompañó durante once años

 

SOY ARGENTINO FELIZ 
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